Se acerca a la botica y pide dos pastillas de Adisar, un medicamento que solo se vende por prescripción médica y con receta. Anabel, una adolescente de 16 años que luce un vestido blanco de uniforme y lleva una mochila, compra sin problema este fármaco, cuya demanda ha registrado un aumento del 20%, según los propietarios de al menos trece farmacias del norte, centro y sur de la urbe.

Anabel ha reunido la “mesada” de $ 2 que recibió el fin de semana para dedicar $ 1,70 a las dos pastillas de Adisar. “Mis amigas la están tomando y yo veo que sí resulta para bajar de peso”, cuenta ella, convencida de que con este fármaco podrá reducir 10 libras de su peso corporal, de 120. Así –piensa ella– podrá lucir no solo la ropa que le compren sus padres para Navidad y fin de año, sino que además le quedará bien el traje de dos piezas que se pondrá en Playas durante la próxima temporada. Este año –dice– ese mismo traje le quedó ajustado.

El Adisar no es el único fármaco que –según trece boticarios– tiene más demanda. Otras marcas como el Mesura y el Atenix se venden hasta 60 tabletas diarias, cuando hasta hace un mes se vendían entre 35 y 40 en cada droguería desde noviembre pasado. Estos tres medicamentos tienen en común la Sibutramina, una sustancia farmacológica cuya función principal es reducir el apetito y que –según médicos y nutricionistas consultados– solo las pueden recetar especialistas después de evaluar al paciente.

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“Únicamente un clínico puede recetar Sibutramina, pues estas pastillas actúan a nivel cerebral y hay que hacer un estudio para saber si la persona la puede tomar”, advierte Gabriela Iturralde, una nutricionista guayaquileña que comenta que desde noviembre pasado se han incrementado en un 20% sus consultas, situación que ella considera que se mantendrá hasta la quincena.

La Sibutramina es una sustancia que pertenece a la familia de aquellas medicinas que provocan anorexia, un trastorno psíquico caracterizado por la pérdida de apetito, estimula el sistema nervioso central y tiene efectos secundarios comunes en el organismo, como dolor de cabeza, boca seca, insomnio, estreñimiento, taquicardia, vómitos, ansiedad, mareos, gastritis y depresión.

Este tipo de sustancias están definidas como de alto riesgo de consumo, afirma Elvira Marchán, coordinadora del Registro Sanitario en el Instituto de Higiene Leopoldo Izquieta Pérez. “Pueden crear desde adicción hasta producir un desequilibrio de distintas funciones del organismo”, explica.

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Aunque han sido evaluadas por la FDA, organismo que avala los medicamentos en Estados Unidos y cuentan con registro sanitario ecuatoriano, su utilización no debe ser libre.

No obstante, quienes atienden en droguerías no exigen la prescripción del médico. “Se la vende con o sin receta, no está restringida”, dice Lady Vergara, dependiente de una farmacia en Sauces IV, en el norte.

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En esa botica, Vergara asegura que se comercializan a diario al menos 30 Sibutraminas en sus dos presentaciones, de 10 y 15 miligramos. Cristóbal Loor, ex dirigente de la Asociación de Farmacias, Boticas y Droguerías (Asofarbodrog) y dueño de un local frente al parque Forestal, asegura que al menos en un 20% ha aumentado la venta de estos medicamentos.

Actualmente ya se le acabaron, pero dice que algunas de sus clientes le han pedido estas pastillas porque quieren lucir una buena figura en bodas y otras fiestas.

Además de fármacos con Sibutramina, Loor muestra grandes envases de suplementos dietéticos que contienen vitaminas y minerales y que tienen gran demanda estos días. Aunque estos se deben tomar también por receta médica y junto con el desayuno, almuerzo o merienda, en ocasiones hay quienes los consumen en reemplazo de las comidas.

Algunos de estos suplementos, elaborados en Estados Unidos y con información en inglés, contienen picolinato de cromo, un mineral que desde hace unos cinco años gana espacio entre quienes buscan perder peso, pero que también requiere receta, dicen los nutricionistas.

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Como se trata de suplementos vitamínicos, la FDA estadounidense no evalúa el picolinato de cromo. Pese a los beneficios que algunas personas le atribuyen, el cardiólogo Roberto Lecaro cree que los efectos son inciertos.

“Una revisión excelente de diez estudios reveló que el picolinato de cromo falló en demostrar beneficio para reducir el peso”, dice.  Algunos de los efectos secundarios, si se abusa del mineral, incluyen arritmia o infartos cerebrales.

Este tipo de suplementos vitamínicos o de dieta tienen mayor presencia en gimnasios y centros de cultura física. Jean Paul Vite, entrenador personal en el gimnasio Taurus, en el norte de Guayaquil, explica que muchos clientes los consumen porque les sirven para ganar masa muscular en los hombres y tonificar los músculos en las mujeres, además de quemar grasa. “Así tienen energía y pueden entrenar mejor”, dice Vite.

Sin embargo, la nutricionista Iturralde aclara que aún aquellos suplementos de dieta deben contar con la guía de un profesional. “Como su nombre lo indica, son suplementos de la alimentación, no deben ser sustituidos por los alimentos”, recomienda la especialista.

Denuncias
En las comisarías de Salud y las direcciones provinciales se pueden presentar denuncias por fármacos sin registro sanitario. El denunciante debe acudir con una muestra del producto y su cédula.

Sanciones
Los locales, droguerías o distribuidoras farmacéuticas que venden productos sin registro sanitario pueden ser clausurados por la Comisaría de Salud.

Opinión

David Morán
Empleado de la Empresa Eléctrica
“Trabajo 16 horas diarias y para evitar el estrés y combatir el cansancio tomo cápsulas vitamínicas, así me siento mejor durante todo el día”.Opinio