| hperez@ecua.net.ecPoco antes de terminar su corta vida, Francis Scott Fitzgerald (1896-1940) escribía “[he] sido un mediocre guardián de las cosas dejadas en mis manos, incluyendo mi talento”. En realidad cuando hacía esta confesión pensaba en sus cuentos, escritos casi siempre al apuro, bajo la necesidad de ganar algo de dinero; sentía que ellos representaban su peor desperdicio. Algunos de estos cuentos fueron escritos precisamente para poder sobrevivir financieramente mientras escribía Tender is the Night (Tierna es la noche. Editorial Alfaguara. 2008) en las afuera de Baltimore. Aunque Fitzgerald comenzó a preparar la novela apenas salió a la luz su conocida obra, El Gran Gatsby en 1925 (“Mi más feliz pensamiento lo tengo en mi nueva novela –es realmente algo nuevo en forma, idea y estructura–, el modelo de la era que Joyce y Stein están buscando, que Conrad no lo encontró...”), la original trama fue modificándose varias veces a lo largo de los siguientes nueve años, cambios que en parte reflejan los avatares que sufrieron el autor y su esposa, Zelma Sayre, a lo largo de ese periodo. Durante uno de sus viajes por Europa (1930) –el último de los muchos que hicieron juntos– Zelma cayó enferma, presa de esquizofrenia de la que jamás se recuperaría. Debió ser internada en una clínica de Ginebra. Dos años más tarde de regreso a los Estados Unidos tuvo que hacerlo en un hospital de Baltimore. Es durante los siguientes meses que Fitzgerald adopta la última versión de Tierna es la noche, la que comienza a ser publicada por partes, a inicios de 1934, en Scribner’s Magazine. Dick and Nicole Diver son una pareja glamorosa que han alquilado una villa en la Costa Azul francesa. Son ricos, jóvenes, inteligentes, elegantes. Él es un exitoso psiquiatra; ella, una rica heredera. Ambos lo tienen todo. En el lugar donde se han instalado se han rodeado de un círculo de amigos, la mayoría de ellos norteamericanos, todos beautiful people.Al balneario también ha llegado una joven actriz, Rosemary Hoyt, con su madre, quienes se hospedan en el Hôtel des Étrangers. Rosemary es pronto admitida al círculo de los Divers, pues hace gran amistad con Nicole. Dick juega a este punto con la idea de un affaire.Sin embargo, Rosemary comienza a sentir que hay algo extraño con esta pareja. Este presentimiento se confirma una noche, cuando durante una de las fiestas un invitado afirma haber visto algo raro en el baño de la villa. Aunque el asunto es rápidamente superado gracias a la intervención de algunos amigos de los Diver, más tarde el asesinato de uno de estos complica las relaciones entre la reciente amiga y la glamorosa pareja. De allí en adelante la obra comienza a descubrirnos lo que subyace bajo la optimista y alegre superficie de los encantadores Dick y Nicole. Lo que emerge es un cuadro intrigante, al comienzo, y brutalmente trágico al final. Amargos secretosSucede que Nicole había quedado locamente enamorada de Dick mientras era su paciente. Contra los deseos de la familia de ella ambos se habían casado. Él llegó a pensar que de esa manera Nicole se curaría. El idealismo de Dick sobre su futuro profesional se fue esfumando. Si bien el dinero de esta le serviría para abrir una clínica psiquiátrica en Suiza, luego solo servirá para financiar la vida extravagante de la pareja. Poco a poco, Dick había comenzado a hundirse en el alcoholismo y la depresión. Se reprocha haberse dejado envilecer por la fortuna de Nicole pero, a su vez, gracias a ella ha logrado llegar a la cúspide. Las escenas embarazosas producto del beber comenzaron a aflorar, con la policía, sus hijos, sus socios. Poco a poco sus amigos comienzan a evitarlo. A medida que Dick se debilita más y más, Nicole –la frágil y bonita Nicole– se va volviendo más fuerte. Ella terminará enamorándose de Tommy Barban con el que se casará, luego de divorciarse de Dick. Al final, de los dos es Nicole la que sobrevive, mientras que Dick termina arruinado. El brillante ascenso de Dick, su carisma, su asegurada vida, su envidiable futuro, lo había logrado usando y destruyendo a Nicole. Pero semejante carrera ascendente –como sucede a menudo en los más dispares escenarios– llevaba oculto el germen de su autodestrucción. Si alguien parecía que jamás iba a caer derrotado era precisamente Dick Diver. Su final nos deja a todos inquietos.Refiriéndose a su país, Fitzgerald –que era muy celebrado por sus frases– dijo que “no hay segundos actos en la vida de los americanos”. La juventud, el optimismo y las promesas siempre son los argumentos del primer acto. Pero no llegan al segundo acto, pues, para entonces, están acabados.La última versión de la novela, publicada como dijimos por partes, no fue la definitiva. A muchos no gustó el uso del flashback que Fitzgerald hizo en la obra, por lo que su editor se encargó luego de darle una cronología lineal.Aunque tuvo una buena acogida en un inicio, Tierna es la noche no recibió en su momento el aprecio que se merecía, nada comparable, al menos, con los años de empeño que le puso su autor. Pocos, entre ellos Hemingway, vieron en ella lo que es, una de las obras maestras del siglo XX. Probablemente la obra más difícil de leer de Fitzgerald por la abundancia de detalles, todos importantes.En 1939, Fitzgerald comenzó a escribir The Last Tycoon, una novela acerca de Hollywood, pero quedó incompleta. Al año siguiente –amargado por lo que creía había sido una vida de fracasos–, colapsó y murió. Su esposa Zelda fallecería en 1948 cuando el hospital donde estaba internada se incendió. Cuando James Joyce conoció a Fitzgerald en París comentó: “Este joven debe estar demente. Me temo que se hará daño”.