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El proyecto de nueva Constitución se inspira en el concepto aymara del buen vivir. Para su mejor comprensión reproducimos tres textos de especialistas en el tema.

Fragmento de ‘La historia del movimiento indígena. En la búsqueda del suma qamaña (Vivir bien)’, de María Eugenia Choque Quispe, Centro de Estudios Multidisciplinarios Aymara, Bolivia, publicado con el auspicio de la ONU.

¿Cómo se logra el bien vivir o suma jakaña? A  través de la satisfacción de la alimentación y esto a través del control de la producción. El ayllu regula con rigor el sistema de producción agropecuario y de otros recursos, las decisiones tomadas por las autoridades luego de la consulta a su pueblo están revestidas de celeridad, contrariar es castigado.  Con el logro de una buena producción se consigue a su vez uno de los objetivos fundamentales como es suma manq’aña, es decir,  comer bien.

El deterioro de las condiciones sociales y productivas constituye  el principal motivo para la reconstitución de la organización propia, con el postulado de organizarnos  a nuestra manera para un bien vivir  está ligado a una conciencia nacional que ahora se refuerza en el contexto internacional de reconocimiento a los derechos indígenas del cual uno de los más importantes es el derecho a la gestión propia.

El suma qamaña (vivir y convivir bien) es el ideal buscado por el hombre y la mujer andina, traducido como la plenitud de la vida, el bienestar social, económico y político que los pueblos anhelan. Entendida como el desarrollo pleno de los pueblos.

Podemos decir que para los aymaras la inauguración del Sexto Sol es el ingreso de los indígenas en la política de administración de Estado, esta inauguración de un gobierno indio ha sido producto del dolor de la marginación y discriminación a la cual hemos sido sometidos durante muchos siglos.

Fragmento de ‘Suma qamaña, la propuesta andino amazónica de progreso’,  de Jorge Miranda Luizaga y Viviana Del Carpio Natcheff, publicado con el auspicio de la GTZ de Alemania.

Es una reflexión profunda sobre la “condición humana”, en ella se consideran la identidad cultural, el enraizamiento físico, mental y espiritual del hombre-mujer en su terruño con igual importancia que la base material de la vida. Por lo que es evidente que la pérdida y la desestructuración de los valores y las estructuras comunitarios, la alineación del mundo espiritual afectan más a la humanidad que la carencia de bienes físicos.

Por lo que la visión suma qamaña no es únicamente el mundo del saber, sino el amar a la vida tal como es, no aspira la perfección sino la crianza mutua de todas las formas de vida, pues todos gozamos del derecho de vivir y con los que se tiene que dialogar y conversar.

El suma qamaña incluye al trabajo y lo entiende como un todo de la vida y no quebrado entre la oposición materia-espíritu, ni divorciada de la ética de economía por la enajenación del producto de su trabajo, por lo que trabajo significa “criar” la vida en el sentido pleno de la vida biológica, humana y espiritual. El trabajo que conlleva progreso es contemplación, meditación e intercambio con las comunidades de los espíritus, humanos, animales y plantas. Por lo tanto qamaña es la trama de la vida cuya interconectabilidad mutua produce bienestar a través de procesos de transformación a todo nivel. Esta es la propuesta desde los Andes y la Amazonía a una visión de progreso multicultural en los albores del siglo XXI.

Fragmento de ‘Bien vivir = convivir bien’, de Xavier Albó, publicado por el Centro de Investigación y Promoción del Campesinado de Bolivia.

Qamaña es ‘habitar, vivir, morar, radicar’. Como nos enseña Simón Yampara, se relaciona con qamawi  ‘morada’ y está también emparentado con qamasa que es ‘el carácter, el modo de ser, el valor, la audacia, la energía’. Y qamiri no es tanto ‘rico’ (en el sentido criollo, como muchos creen) sino el que vive de esa manera, acogido y acogedor. Se contrapone a wajcha, que es ‘huérfano, abandonado’. Esta última es la palabra que tanto quechuas como aymaras prefieren siempre para decir pobre, mendigo, refiriéndose más a la falta de seguridad y del calor de la  convivencia en su vida que a la abundancia de sus bienes.

Todo este mundo de sentidos es más rico que el de jakaña, que es también vivir y vida, pero solo en el sentido de estar vivo, contrapuesto a estar muerto y a muerte. Por eso, cuando en el mundo andino, y en tantos otros originarios, se afirma que las suyas son culturas para la vida, no se refieren solo a este hecho físico de vivir sino también a todo este conjunto de relaciones sociales con un ambiente de acogida. Por eso se habla además de “cuidar” y “criar” la vida, como algo que hacemos juntos, en familia. Qamaña es también el nombre que se da al lugar abrigado y protegido de los vientos, construido con un semicírculo de piedras, desde el que los pastores, mientras descansan, cuidan a sus ganados.

En el más antiguo y clásico diccionario aymara de Bertonio, se usa jakaña para los sentidos más simples de “vivir”. Pero para “vivir en paz”  y “vivir a gusto” recurre a qamaña: muxsaki qamaña, ‘vivir no más dulcemente’.

Suma es, según nos precisa Félix Layme, “bonito, hermoso, bueno, amable”. Y suma jaqi es ‘buena gente’, pero en un sentido de plenitud que no se le da en castellano: es el “que tiene el mayor grado posible de las cualidades requeridas. Perfecto”. Se complementa con aski que se refiere más a la bondad y las cualidades morales.