Leuson Delgado, presidente del Comité de los Internos del Centro de Rehabilitación Social de Esmeraldas, miraba desde lejos cómo el presidente de la República, Rafael Correa Delgado, con un combo en mano, derrocaba una edificación de 1,20 metros de ancho por 1,40 de largo, a la cual llamó “infiernillo”, (nombre que le dan los internos a la celda de castigo).