La escenografía es futurista. La iluminación, suave. El escenario, minimalista. En el centro, solo una pequeña mesa alta y dos personas. Un presentador y un concursante que comienza a sudar frío. Suena música de suspenso. Todo se detiene por unos segundos. Casi se pueden escuchar las respiraciones en el set. O un tic toc de reloj... Y se escucha una voz, que también parece extraída de una serie de ficción: “¿Eso es... verdad?”.