Los cuidadores de elefantes en el paraíso turístico tailandés de Khao Lak y cinco turistas japoneses de una misma familia le deben su vida al sexto sentido de estos animales, que cuando empezaron a sentir las olas asesinas del maremoto huyeron tierra adentro.
"Me sorprendió ver a mi elefante y a otros gritar desde primeras horas de la mañana el día del maremoto", dijo a la AFP Kirtsada Salangam, este cuidador o mahout de 20 años, mientras acaricia la trompa de su querido elefante Thongdaeng, uno de los ocho paquidermos del pequeño centro de paseo para turistas.
"Los elefantes no nos obedecían y miraban al mar. También me di cuenta de que los pájaros volaban de manera extraña pero no tenía la menor idea de que se preparaba una gran tragedia", agregó.
No hasta que los elefantes empezaron a romper las cadenas de sus patas y emprendieron una estampida hacia las colinas y los cuidadores y una familia de cinco turistas japoneses empezaron a tener miedo y correr tras ellos.
"Cuando corríamos a las montañas me volví a ver la ola que golpeó la costa y arrastraba camiones de 18 ruedas y gente al mar. Fue espantoso", dice, al tiempo que da de comer a Thongdaeng hojas de piña, el único alimento de los animales desde que los turistas abandonaron el lugar o fueron arrastrados por las olas.
"En un primer momento, pensé que tenían miedo de algún gato o algún perro, pero ahora sé que salvó nuestras vidas. No tengo idea de lo que hubiera ocurrido si no nos hubieran llevado a las montañas", dijo.
Este distrito fue el más afectado en Tailandia. Las olas recorrieron dos kilómetros tierra adentro y destruyeron todo lo que encontraron en 20 km de costa.
Docenas de elefantes fueron trasladados a la zona para ayudar en las labores de rescate, pero Kirtsada dice que sus elefantes están demasiado afectados para trabajar.
"Cuando olían un cuerpo empezaban a temblar y huían", dijo, antes de agregar que el mayor desafío ahora es encontrar dinero para alimentarlos hasta que regresen los turistas.