Después de realizar una evaluación en Filanbanco, en septiembre de 1997, la Superintendencia de Bancos (SB) determinó que la institución tenía problemas por haber dado créditos que eran difíciles de cobrar (cartera mala).
Por ello, el 27 de febrero de 1998, el entonces Superintendente de Bancos, José Morillo, dispuso lo siguiente: