El problema de la corrupción ha sido identificado como uno de los más serios de América Latina, acarrea consecuencias de orden político que ponen en peligro la consolidación de la democracia.

Sus efectos perniciosos no solo han impedido que las democracias se consoliden, sino que amenaza su propia estabilidad. Hoy que nuestro país se enfrenta a un nuevo proceso electoral y que no se diferencia en nada a los anteriores, con un electorado totalmente apático, es necesario y obligatorio que los programas de gobiernos de los candidatos (algunos por no decir casi todos no lo tienen) sustenten los mecanismos idóneos y aplicables para que aparezca una administración pública comprometida con los valores éticos de un pueblo bien educado, bien informado, bien empleado, bien servido, bien gobernado y bien seguro, que produzca gente dispuesta a pagar sus contribuciones.

¿Por qué la corrupción hoy es tema importante en esta campaña electoral? Debido a la espiral de desintegración social que produce, al debilitamiento del concepto de solidaridad y comunidad, a la no distribución equitativa de la riqueza, a la proliferación de núcleos ilegítimos de poder económico y político.

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El mantener el estatus actual de la corrupción posibilita el fortalecimiento del sistema de violencia civil que convierte el imperio de la fuerza en la lógica rectora de la sociedad.

Los  diversos candidatos deberán contestar: ¿Cómo un país tan rico en recursos naturales renovables y no renovables tiene un índice de pobreza superior al 80%? ¿Por qué no se cumple con lo establecido en la Constitución respecto a la distribución del presupuesto asignado a la educación y la salud? ¿En cuánto se mejorarán los altos índices de la pobreza, analfabetismo, insalubridad e inseguridad si eliminamos la corrupción?
Ing. David Freija Rivadeneira
Guayaquil