Como todo turista cursi, hace algunos años fuimos con mi marido a Isla Negra a visitar la casa de Pablo Neruda donde él está sepultado. Un amigo, extranjero en Chile, nos convenció de que vayamos juntos y todavía no habíamos leído esa línea condenatoria de la autobiografía de Neruda, donde admite haber violado a una empleada doméstica, así que tengo esas excusas para haber hecho un viaje que hoy no haría. En el restaurante de la casa museo probamos los mariscos más costosamente horrendos que hemos comido en nuestra vida, pero que eran platillos obligados al haber sido mencionados en el torrente de poesía alimentaria de Neruda. Ni los poemas, ni la comida, puedo afirmar ahora con certeza, valen la pena. Y, después de haber conocido el contenido de Para nacer he nacido, puedo decir que ni el poeta.

No era la época de vacaciones, así que nuestra estadía en Valparaíso fue muy tranquila, con una caminata nocturna por bares que arrullaban a su escasa clientela. El abandono crónico todavía no había golpeado a sus ascensores y funiculares, donde nos encontramos con los pobladores locales al movernos por la ciudad. De regreso a Santiago, pasamos por Viña del Mar para conocer una Quinta Vergara apacible, con su anfiteatro haciendo eco solo del viento.

Aumentan a 122 los fallecidos en los devastadores incendios en Chile

Hoy, esa zona de Chile cuenta más de 130 muertos y cientos de desaparecidos y más de 40.000 personas que se han quedado sin vivienda tras los devastadores incendios de los pasados días en Viña del Mar. Esa área desertificada del país sudamericano ha sido históricamente propensa a los fuegos y sufre de una crisis hídrica continua. En 2014, 3.000 viviendas fueron destruidas y 13.000 personas resultaron damnificadas en Valparaíso en lo que hasta ahora se consideraba el incendio urbano más grande registrado en Chile.

El contraste entre el presente y una década atrás es que actualmente pudimos ver en tiempo real la razón detrás de una nueva tragedia en esta parte del mundo. Las imágenes de los veraneantes disfrutando en la playa, mientras se acercan sobre ellos las gigantescas nubes que se llevan las cenizas de los muertos y sus posesiones, lo dijeron todo. Hay desconocimiento de cómo funciona la física (esa ceniza caerá en algún momento) y la fisiología humana (inhalarla no es saludable). Y hay indiferencia, una absoluta indiferencia.

Cuidadora del Jardín Botánico de Viña del Mar muere en incendio tres días antes de su boda: falleció junto a su madre y sus dos nietos

A fines del año pasado, Violeta Flores predijo en Le Monde Diplomatique lo que llegó a ocurrir, una desastrosa combinación de factores. Temperaturas superficiales extremas, consecuencia de la emergencia climática que experimentamos, y “condiciones críticas de vulnerabilidad social, económica y territorial”. Estas condiciones no se deben al azar, porque unos nacen ricos y otros nacen pobres, sino a la incapacidad política de quienes están más atentos a alcanzar los votos en las próximas elecciones que a atender los riesgos inminentes de su desatención.

Hace poco mis amigos chilenos me mandaron condolencias por nuestra propia tragedia en Ecuador; hoy me preocupo yo por ellos y los suyos. Compartimos el dolor de tener políticos que actúan inútilmente en beneficio común y persiguen solo el bien propio. (O)