El presidente del Ecuador, Daniel Noboa, quien gobernará por un corto periodo, decidió aplicar su propuesta de campaña, el Plan Fénix, para ir contra todo aquello que sea ilícito y el crimen organizado que tiene aterrorizado al Ecuador, porque no existe un lugar de nuestro país en el cual no hayan estado inmersas las manos criminales. Ha sido de mucha responsabilidad y profesionalismo por parte de las autoridades de Gobierno y las respectivas instituciones gubernamentales que han estado involucradas en el combate contra el crimen organizado.

Plan Fénix plus

La ciudadanía en general pedía a gritos acciones de los elementos militares y policiales en las calles, ya que mucha gente inocente estaba desangrándose, quienes eran denominados como “daños colaterales”. De manera insensata y vil los asesinos acabaron con la vida de personas que no tenían nada que ver en hechos sangrientos, siendo su único pecado estar en el lugar y momento incorrectos, y ahora por ello sus familiares lloran sin comprender por qué motivo se terminó con la vida de su ser querido.

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El Plan Fénix abarcó muchos puntos de la criminalidad que tenían dominados los grupos de delincuencia organizada, como suburbios, Guasmo, Mapasingue, la Florida, entre otros. Ingresar a dichos sectores era imposible sin ser sometidos por estas bandas delincuenciales que operaban de forma coordinada en cada punto; inclusive se había apoderado de viviendas y hoteles de personas honestas, a quienes les habían quitado sus negocios para poder delinquir. Por esto, la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas con sus unidades tácticas de inteligencia dieron con estos grupos de desalmados y operaron con todo el rigor de la ley para aprehender a los cabecillas y a muchos sujetos que operaban al margen de la ley. De la misma manera, los operativos se centraron en los principales centros de detenciones del país y los operativos dieron sus frutos al incautar arsenales de armas que tenían los grupos delictivos dentro de estos centros; sin embargo, se descubrió la complicidad de funcionarios de las cárceles y policías que cumplían servicios en dichos centros al aceptar sobornos e ingresar objetos prohibidos en las cárceles.

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El accionar del Gobierno fue más allá de los operativos rutinarios de sacar de las calles las armas ilegales y a sujetos peligrosos; también investigó cuentas de funcionarios y de dónde habían obtenido bienes costosos en tan poco tiempo de estar en un puesto público, para así desarmar a las organizaciones criminales y saber quién o quiénes los apoyaron. El Plan Fénix debe centrarse en una verdadera reingeniería de muchos puestos públicos donde la putrefacción del soborno ha sido el pan de cada día.

Más es lo que entra que lo que sale

Como ciudadano ecuatoriano no he escuchado que en este plan se hayan realizado operativos en lugares donde se venden municiones y arreglen armas; estos talleres son visitados por sujetos de conducta delictiva y, por ende, los agentes de la fuerza pública deben actuar en estos sitios y cerrarlos, puesto que son centros de apoyo al crimen y delincuencia. (O)

Luis Gustavo Lamota Mora, abogado, Guayaquil