Sí, así es, una mujer dorada, que gracias a sus investigaciones, valentía, patriotismo y voluntad a toda prueba actúa desde su cargo con altivez. Gracias a ello está poniendo en el lugar que les corresponde a un centenar de ciudadanos que desde las más altas esferas del poder del Estado ecuatoriano aprovecharon su “cuarto de hora” en la función pública, para robar, para chantajear y enriquecerse ilegalmente. Gracias a ella, unos cumplen sus condenas en el país, otros están prófugos de la justicia y otros “escondidos”.

Diana Salazar: la dama de hierro

Por supuesto, esta mujer de oro es odiada por quienes son investigados, sancionados y están presos o prófugos por sus investigaciones. Por ello es amenazada permanentemente su vida y la de sus más cercanos familiares, pero no ha dado su brazo a torcer y continúa actuando desde la Fiscalía General del Estado. Ya ustedes entenderán que me refiero a la doctora Diana Salazar.

Colectivos de varias provincias marchan en Quito en respaldo al trabajo de la fiscal Diana Salazar y rechazan ataques y juicio político

Hace muchos años atrás, otra mujer ecuatoriana, la economista Cecilia Calderón Prieto, recorrió el país entero solicitando justicia para su padre Abdón Calderón Muñoz, quien fue asesinado durante la dictadura militar. Recuerdo que en la ciudad de Riobamba, mientras daba su fogoso discurso en una tarima, unos jóvenes que la escuchaban, dijeron: “Esta mujer sí que tiene los pantalones bien puestos”; y sinceramente creo que la fiscal general del Estado, Diana Salazar, también es una mujer que los tiene bien puestos. (O)

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Sucre Calderón Calderón, abogado, Guayaquil