Es acertada la decisión política del presidente de Ecuador, Daniel Noboa, de declarar la guerra interna contra el crimen organizado transnacional, organizaciones terroristas y actores no estatales beligerantes; identificar como amenazas terroristas a tiguerones, choneros, lobos, águilas y otras diecisiete organizaciones, y disponer a FF. AA. y Policía Nacional (P. N.), neutralizarlos. El efecto es la disminución drástica de homicidios, el control de las cárceles y un lento retorno de los ciudadanos a sus actividades productivas.

Es necesaria la decisión política del presidente de la República de realizar acuerdos de cooperación con los EE. UU. y otros países de la comunidad internacional para enfrentar la guerra. Las condiciones de los acuerdos deben ser exclusivamente para combatir al crimen organizado transnacional y terrorismo, que afectan en diferente intensidad a las sociedades de los países involucrados en la cadena logística de la cocaína.

El arte de la guerra

La cadena logística del crimen se puede seccionar en eslabones: en el primer eslabón se ubican las áreas de cultivo de la planta de coca, como en Colombia, Perú, Bolivia y demás; en el segundo eslabón se sitúan los laboratorios de producción de cocaína en Colombia, Perú, Bolivia y otros; en el tercer eslabón se coloca la exportación y tránsito de cocaína, como en Ecuador, México, Venezuela, Brasil y países de Centroamérica, África y Europa; en el cuarto eslabón se sitúa la importación y consumo de cocaína, como en los EE. UU. y algunos países europeos, donde su población adicta tiene capacidad económica de compra; aquí se recolecta el dinero que circula por un sistema financiero opaco que sostiene las actividades criminales y la compraventa ilegal de armas a los fabricantes.

La decisión política internacional debe ser de “responsabilidad compartida”, para neutralizar o eliminar la amenaza común. Pero sin incluir temas de carácter geopolítico, geoestratégico, económicos y sociales que afecten los intereses de los Estados. Se manifiesta que, en uno de los acuerdos, el Ecuador venderá a los EE. UU. armamento ruso considerado chatarra. Rusia ha calificado a esta decisión como “imprudente”, tomada “bajo una fuerte presión desde el exterior”; así, su autoridad fitosanitaria solicitó a nuestro Ministerio de Agricultura suspender a cinco empresas exportadoras de banano por una presunta detección de trazos de la mosca jorobada y detener la certificación de los claveles ecuatorianos.

Hay que recuperar relación con Rusia

Las autoridades diplomáticas y técnicas deben resolver estas presiones, si no nos quedaríamos sin la venta de parte del banano y flores a Rusia; sin la chatarra rusa; con la ayuda de los EE. UU., y, como peón del tablero del ajedrez geopolítico, debilitados económicamente y en una guerra interna desgastante.

Ninguna ley internacional impide a nuestro presidente tomar la decisión de usar la fuerza armada, hacer acuerdos con países cooperantes y vender, regalar o intercambiar nuestro armamento chatarra con el fin de darnos seguridad. Debemos seguir apoyando al presidente y a las FF. AA. e impulsar una política internacional de “responsabilidad compartida” entre todos los países infectados por la cocaína. (O)