Observamos la tabla histórica de goleadores: tres de los primeros diez artilleros de todos los tiempos son actuales. Y entre ellos, los dos de arriba: Cristiano Ronaldo (877 goles) y Messi (825). En noveno lugar está Lewandowski (642), quien con un puñadito de anotaciones más pasará al séptimo puesto. Hay otro contemporáneo -Luis Suárez (560)- que pronto, de no mediar lesiones, escalará varios lugares. Si señalara 80 goles más, algo improbable por sus 37 años, podría alcanzar incluso a Gerd Müller en el décimo puesto. Y para cualquier futbolista presumir de haber hecho los mismos goles que el Torpedo es un orgullo muy grande. Müller es, para este cronista, el mejor 9 de área que vio. Decir que fue extraordinario no parece suficiente.

Entre otros conocidos recientes está Zlatan Ibrahimović -13.º con 573-, quien se retiró el año pasado, pero al que debe considerarse de esta época. En la ubicación 32.ª figura Karim Benzema (472), en la 40.ª Édinson Cavani (443) y en la 42.ª Neymar (439). Harry Kane (74.º con 384 goles aún puede subir treinta o cuarenta escalones dada su edad, apenas 30 años.

Primero la observación, luego la estadística

Y se vienen Haaland y Mbappé… El noruego suma 243 tantos, pero le quedan trece o catorce temporadas por delante. Y el francés (25 años), ya está con 318. Ambos podrían desbancar a Cristiano y Messi, pero deberían mantener un altísimo ritmo de acierto y no lamentar muchas lesiones. La contra de ellos es que basan su poder de fuego en la potencia y esta, con la madurez, decae. Una proyección indica que los dos podrían llegar a 700 goles. Lewandowski, ya próximo a los 35 años, seguramente superará esa cifra, aunque ya es difícil que llegue al tope, porque Cristiano y Messi siguen sumando. En el caso de Messi, menos, porque juega muy retrasado, no obstante su mérito es doblemente excepcional pues, junto con Zico, son los únicos no delanteros netos entre los primeros cien. Leo es organizador y definidor, aún a los 37 años, que los cumple en junio.

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¿Por qué los de hoy marcan tantos goles…? Ahora se juega mucho más que antes, eso está claro, Cristiano Ronaldo lleva 400 partidos más que Pelé, y eso hace harta diferencia. También es verdad que los futbolistas del presente han alargado mucho sus carreras debido a los mayores cuidados, la alimentación, el profesionalismo, las técnicas de entrenamiento, la medicina. Igual, todos los grandes de antes -Pelé, Di Stéfano, Puskas, Eusebio, Müller, Romario, Hugo Sánchez, etc.- permanecieron más de dos décadas en Primera.

Amigos del gol hubo siempre, sin embargo, el fenómeno actual no pasó en otras épocas. Lo que no deja de ser notable porque hoy los dispositivos defensivos son muy superiores a los de antaño. El fútbol es tres o cuatro veces más veloz que hace sesenta años, los que defienden son más, la presión de marca y la intensidad son conceptos que antes ni siquiera existían, hay menos espacios, enfrente hay atletas que pueden correr dos horas seguidas. Y está todo estudiado. No obstante, se marcan goles. Los atacantes han debido extremar el ingenio para seguir penetrando las defensas. En la semana se disputó un partido de Champions, Real Sociedad 0 - PSG 2 con un ritmo, a una velocidad y con un nivel de obstáculo como no recordamos otro. Y vemos mucho fútbol semanalmente. Parecía imposible poder armar una jugada, no había cómo, pero se armaba. Y hubo dos goles.

La lista con los máximos artilleros de todos los tiempos.

En los tiempos de Di Stéfano, Puskas, Pelé, Eusebio, atacaban cuatro y defendían tres, había enormes espacios, y abundante tiempo para resolver y ejecutar. Si se eludía a un rival, el siguiente estaba a cuatro o cinco metros, ahora está encima. No hay libertad de maniobra ni huecos por donde pasar. Y hasta el equipo más ofensivo pone sus once hombres a defender en el área en cada córner o tiro libre en contra. Antes, ni remotamente bajaban los delanteros a marcar, se quedaban arriba esperando. Alfredo Di Stéfano cuenta en su autobiografía Gracias, Vieja que, por sus características y afán de cooperación, en sus comienzos en River solía bajar hasta el medio campo, pero los mayores del equipo lo sacaban corriendo: “¿Qué hacés acá…? ¡Andá arriba…!”. En la actualidad, atacante que no baja a colaborar en la recuperación no juega.

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Asimismo, hasta los años 80 los equipos eran dirigidos por un técnico y un preparador físico, solo dos profesionales. En nuestros días los cuerpos técnicos cuentan con hasta 20 preparadores y asistentes, se analiza detalladamente al rival, hay un mar de información, se sabe todo, cómo remató los últimos veinte penales un rival, dato que se pone al alcance del arquero para facilitar su posibilidad de atajar el tiro. El grado de dificultad es infinitamente mayor, y aun así los matadores del área alcanzan cifras asombrosas de goles.

El modelo City aplasta al modelo United

Antiguamente, cuando un artillero llegaba a 30 o 35 goles en el campeonato era una cifra de escándalo, hoy ese número sigue siendo atractivo, pero ya no conmueve. Messi hizo 91 goles en una temporada. No existe una explicación sencilla de por qué estos fenómenos marcan tanto.

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“La pelota es más liviana”, se argumenta. Error. La pelota pesa y mide lo mismo que toda la vida, incluida la presión atmosférica, el reglamento nunca cambió: entre 410 y 450 gramos al momento de comenzar el juego. Y entre 68 y 70 centímetros de circunferencia. Sí varió el material. Y es verdad que, si antes llovía, al ser de cuero y absorber el agua, se ponía muy pesada. Pero en campo seco pesaba y medía igual que ahora. Sin embargo, lo más extraordinario del tiempo actual es cómo evolucionó el puesto de arquero. Casi todos son de alto nivel, muchos excepcionales. Porteros desconocidos que uno ve en la Champions y que hacen proezas. Antes se les hacían goles inocentes a los arqueros. Un buen ejemplo es Fabio, golero de Fluminense, un hombre de 43 años, actual campeón de Libertadores, que hace tapadas de asombro. Pero se puede nombrar a Neuer, Oblak, Ederson, Ospina, Dibu Martínez, Pickford, Lloris, Maignan, Sommer, Alisson, Donnarumma, Ter Stegen, Keylor Navas, Claudio Bravo y decenas más. Pese a ellos, los romperredes la meten igual. Y en altísimo número.

Cada vez hay menos buenos

La lista de cañoneros que manejan los estadígrafos del mundo solo incluyen goles oficiales en Primera División. Por eso siempre se habla de los 1.282 goles de Pelé, pero por torneos oficiales son 770 o 757, varios difieren en ello. Aunque en aquellos tiempos (mediados de los 50 hasta fines de los 70) los clubes realizaban muchas giras y partidos de homenaje o aniversarios, está bien no contar los amistosos. En ellos el futbolista está más relajado, sin la debida mentalidad competitiva, juegan los que no son habituales titulares, hay demasiados cambios, falta la intensidad de los encuentros por puntos. En enfrentamientos entre selecciones sí se cuentan los goles en amistosos, se supone que en selección el jugador tiene la obligación de dar el máximo siempre.

Es verdad que antes se pegaba más y los árbitros y el reglamento no protegían tanto al delantero. Pero las marcaciones no eran tan férreas ni asfixiantes como ahora. Hoy, hasta los hombres de punta están obligados a recuperar. Y tampoco es que un jugador podía dar diez patadas violentas por partido, eso es una leyenda urbana. Simplemente, los de ahora han encontrado nuevas formas de llegar al gol. (O)