Un chico del Liverpool enfocado por la cámara tras el gol de Mac Allister se tomaba la camiseta y mostraba el escudo con pasión. Lo sostenía con la izquierda y lo señalaba con el índice derecho. Acababan de empatar un partido tremendo, volcánico. Seguro, a su lado, su padre estaría abrazándose con otros hinchas liverpoolianos, gritando desaforados. Y tal vez su progenitor sea ingeniero, escritor, maestro, diseñador. No importa el grado social o académico ni el nivel de instrucción, el fútbol es transversal a todos, enloquece por igual a un plomero o a un intelectual. Roberto Goyeneche, el inigualable intérprete del tango, ícono de Buenos Aires, contaba que, a veces, se le encimaba un poco una actuación con un partido de Platense, su gran amor; se iba ya vestido de gala a ver el partido de los Calamares y de ahí al teatro o al local donde cantaría. Nos atraviesa esto de la pelota.

Una adolescente del Atlético de Madrid, también tomada por el lente el miércoles en el choque frente al Inter, lloraba a mares tras el 2-1 marcado por Memphis Depay. Es difícil explicarlo. Es cuestión de familia, son años de amor a un club, a un sentimiento, a un barrio, a una camiseta que te ha dado y te ha quitado. Y una noche tu equipo del alma te ofrenda todo junto, el drama primero, el éxtasis después, la locura, la victoria, el orgullo de ser atlética toda tu vida, tu papá, tu abuelo que te hablaba de aquellos viejos guerreros rojiblancos que nunca se entregaban, pues ese es el sello atleticano. Y ya no querés ni gritar, te quedás aplastado en la butaca y llorás de agradecimiento, como esa madrileña, entregada al dictado del corazón. Se te pasa la película de tu vida en ese 2 a 1 heroico, feliz, que recordarás por décadas.

Algo similar aconteció en Dortmund, donde el Borussia, golpeado por tantos años de estar bajo la suela del Bayern, porque perdió el último título en el instante final, porque no va del todo bien en la actual Bundesliga, sudó tinta, sufrió horrores, pero venció al PSV holandés y avanzó a cuartos de final de Champions. Y el Dortmund es el Dortmund, quién te dice… Allí, 82.000 enfervorizados alemanes mimetizados de amarillo con toques negros celebraban desencajados. Y son alemanes, se supone que debieran estar compuestos. Pero el fútbol te descompone. ¿De qué está hecho…? ¿Qué invento es este juego al que las autoridades británicas debieron prohibir a mediados del siglo XVIII porque pueblos enteros se trenzaban encarnizados tras una pelota y se golpeaban, se lastimaban ¡y hasta muertos había…!

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Las reglas y la organización han evolucionado, sin embargo no ha disminuido el entusiasmo, el alegre desenfreno emocional que provoca. Claro, esto lo genera, fundamentalmente, el fútbol de ataque, de ida y vuelta, que eleva los decibeles de la adrenalina. El Liverpool 1 - Manchester City 1, posiblemente los dos mejores equipos del mundo con los dos técnicos top (Guardiola y Klopp), en ese momento primero y segundo de la Premier, ofrecieron un espectáculo colosal que glorifica al fútbol de nuestros días. Elevaron el grado de excitación a un punto límite. Se corrió, aunque también se jugó. El futbolista actual ha debido desarrollar su técnica y sus habilidades a un punto notable, caso contrario, por el tremendo grado de dificultad, le sería imposible armar una jugada, hacer un gol, eludir un rival. Pero lo hace, lo logra. Y se dan estos duelos maravillosos. Lo formidable de la Premier y de la Champions es que uno espera de estos enfrentamientos un acontecimiento extraordinario, y se da. Los nombres invitan a la ilusión, y cumplen.

El duelo por el título en Inglaterra promete ser extraordinario de aquí al final. A falta de diez fechas para la bandera a cuadros, Arsenal y Liverpool tienen 64 puntos, Manchester City 63. Puede ser el mejor epílogo en décadas. Y nadie puede abrigar la mínima duda: irán a la batalla armados hasta los dientes. Es el ADN del fútbol inglés: atacar. Liverpool podría aprovechar que sus dos contrincantes están en la fase decisiva de la Liga de Campeones. Y que en dos domingos jugarán entre sí City y Arsenal. A su vez, el City y el Liverpool actuarán este fin de semana por los cuartos de final de la apetecida Copa Inglesa.

En la Champions tampoco podría haber mejor final, han clasificado a cuartos ocho grandes de Europa: Real Madrid, Barcelona, Bayern Munich, Manchester City, Borussia Dortmund, Paris Saint Germain, Atlético y Arsenal. Cinco campeones, tres subcampeones. Tres españoles, dos ingleses, dos alemanes. ¿Podría haberse dado un cuadro mejor…? Quedan trece cotejos y, estamos convencidos, serán trece exhibiciones imperdibles. Porque son todas instituciones poderosas y reúnen a los mejores futbolistas y entrenadores del momento. Es casi imposible que defrauden. Hoy se sabrán los cruces. Siempre decimos que aquel con la ruta más accesible tendrá más oportunidades de coronar, pero ¿cómo podría haber un camino fácil con estos contendientes…?

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Todas las casas de apuestas europeas dan como favorito al City de Guardiola para repetir el título. Paga 2,60 euros por cada uno apostado. Segundo, sorprendentemente, no está el Real Madrid sino el Arsenal, que cotiza a 5,50. Tercero, sí, el club de Di Stéfano y Bernabéu (6 €), cuarto el Bayern Munich (7 €), luego el PSG (13 €), Barcelona (15 €), Atlético de Madrid (19 €) y cierra el Dortmund (26 €). Estos valores están íntimamente relacionados con el potencial y la actualidad futbolística de cada uno. Rara vez están lejos de la realidad. El alto obstáculo del City para revalidar su título es que peleará en tres frentes y eso puede desgastarlo. Sin embargo, el año pasado también luchó en los mismos tres y se alzó con todo. Barcelona y el Borussia parecieran ser los equipos menos complicados en este momento, pero los grandes se agrandan en las instancias clave. Incluso podrían enfrentarse entre ellos y uno llegar a semifinales. Entre paréntesis: el Barça acaba de alumbrar a un talento que podría ser una superestrella: el zaguero Pau Cubarsí, quien a los 16 años hizo su estreno en Primera y no salió más. Infrecuente que un chico de esa edad debute en un puesto de tanta responsabilidad. Pero Pau tiene una mentalidad asombrosa, y es una roca física y mentalmente. Entró y desbancó a todas las figuras que allí jugaban. Frente al Napoli se devoró al hercúleo Osimhen, una fuerza de la naturaleza.

El City es el superfavorito otra vez por el estilo de Guardiola y no por sus estrellas, que no tiene, sí un grupo de muy buenos jugadores. El único que podría tildarse de galáctico es Haaland, pero Erling atraviesa un momento extraño: 1) está errático, muy diferente al muchacho devastador del año pasado y 2) sigue ausente en los grandes compromisos, una losa que comienza a pesarle. Pero al menos ha recuperado a Kevin De Bruyne, valor fundamental del medio juego que estuvo casi cinco meses lesionado. Y la otra buena es el crecimiento exponencial de Phil Foden y Julián Álvarez. El tapado en esta grilla de ocho es el Paris Saint Germain, que con la conducción de Luis Enrique ha dado un salto de calidad. Se ha exhibido como un equipo más confiable. A diferencia de otros años, tiene un ataque bestial: Mbappé, Kolo Muani, Gonçalo Ramos, Démbelé, Asensio y el interesantísimo juvenil Bradley Barcola, habilísimo e impredecible. Del resto no hace falta decir que son todas potencias y cualquiera de ellos (Madrid, Bayern, sobre todo) podría alzar la Orejona. Se viene un final apasionante.